Fútbol en silla, la ilusión de jugar al fútbol de nuevo.
A Miguel Betoret, en su equipo de A-ball, Fútbol en silla, todo el mundo le llama Beto. Le apasionaba el fútbol, llegó incluso a jugar en Preferente. Tenía su equipo, sus amigos, su trabajo. Pero un día un accidente laboral le cambió la vida para siempre. Su médico le dijo que no podría volver a jugar al fútbol. La historia de Beto podría ser como la de cualquier chaval que ha tenido un accidente. Pero no lo es. Porque él ha vuelto a jugar al fútbol.
Las primeras palabras de Beto ya dejan entrever algo que luego se confirma plenamente: su pasión por el deporte. Tras el accidente, los años en los que dejó por completo de practicarlo debieron de ser muy duros para él. Así que cuando a través de Luis Peinado conoció el baloncesto en silla de ruedas, su vida dio un giro de 180º. Y recuperó la ilusión por competir, por jugar, por ser parte de un equipo.
Beto recuerda perfectamente el primer contacto con el A-ball, Fútbol en silla: “Fuimos un día al Politécnico, nos enseñaron las sillas, empezamos a probar, a practicar y hasta el día de hoy”. Porque nada es comparable a la emoción de poder volver a jugar al fútbol de nuevo. Chutar, centrar, hacer un remate de cabeza, marcar gol. Incluso hacer faltas. El toque de balón, que en el A-ball, Fútbol en silla, es el dominio del dispositivo con el que se controla la pelota y el manejo de la silla, para mejorar velocidad y agilidad, son las materias principales que se trabajan en los entrenamientos.
El equipo que ahora mismo juega al A-ball, Fútbol en silla, es consciente de que este deporte está empezando, de que son pioneros. Saben que poner en marcha un proyecto de estas características cuesta tiempo y esfuerzo. Saben que tienen que entrenar mucho para extraer realmente todo el potencial al juego y hacerlo tan atractivo y espectacular como el deporte original. Pero también saben que se puede hacer y trabajan duro para conseguirlo. “Hay que seguir entrenando y la gente que le guste el fútbol y vaya en silla en ruedas, va a poder practicarlo, va a poder jugar de nuevo al fútbol”, afirma Beto.
Porque el A-ball, Fútbol en silla, es mucho más que un deporte. Beto lo afirma sin dudar: “El fútbol es todo. El fútbol, para los que juegan al fútbol, es una forma de vida”. Jugar, entrenar, competir, formar parte de un equipo, de gente con la que compartes tu pasión, supone disfrutar de nuevo de aquello que te hace feliz. Mejorando así la autoestima y la capacidad de superación. Además de los beneficios emocionales y psicológicos, practicar A-ball, Fútbol en silla, aumenta la fortaleza del tren superior, potencia la agilidad para poder realizar transferencias y mejora la rapidez y el equilibrio.
Y no sólo eso. Para una persona discapacitada, el hecho de jugar torneos, competir, favorece que se relacione con otros deportistas, salir de la cotidianidad. Y sobre todo es una manera de demostrarse a uno mismo que se puede puede llevar una vida normal y completa, haciendo las mismas cosas que hace todo el mundo, de otra manera. Beto es tajante cuando afirma: “Practicar deporte mejora la calidad de vida de una persona discapacitada radicalmente”.
Pero el A-ball, Fútbol en silla, como el resto de deportes adaptados, no lo tiene fácil. La ausencia total de atención por parte de los medios, la carencia de ayudas para poder disponer del material necesario para practicarlo y el desconocimiento general de la sociedad al respecto, recubren al deporte adaptado de una capa de invisibilidad que hace muy difícil el acceso del gran público.
Beto es optimista al respecto. Y cree firmemente que poco a poco, a base de entrenar, de trabajar, el A-ball, Fútbol en silla, y en general el deporte adaptado, van a ir ocupando su espacio en la sociedad, y que dentro de no mucho tiempo, podremos ver en los colegios, en los polideportivos, en los campamentos y los clubes, a chavales en silla de ruedas haciendo aquello que más les gusta: jugar al fútbol.